Sin embargo, a partir de la década de los 60’ del siglo pasado, el puente comenzó a ganar notoriedad por otro motivo. Los perros que pasaban por los últimos dos parapetos del lado derecho del puente se detenían en seco y, a continuación, saltaban inexplicablemente por sobre las barandas hacia el vacío. Los canes, por supuesto, después de caer desde lo alto terminaban estampados contra las rocas o el mismo río, quedando malheridos o muriendo al instante. Lo increíble es que algunos perros que sobrevivían a la caída, amortiguada a veces por el agua del mismo río, subían nuevamente a lo alto del puente para volver a saltar.
En 1995, para describir un caso de tantos, la señora Donna Cooper, junto a su marido y su hijo, paseaban a su perro Ben cuando se les ocurrió cruzar por el puente Overtoun. Los dueños de Ben aseguraron que éste se detuvo un momento y se encaramó sobre el parapeto de piedra del puente, arrojándose a continuación al vacío. El animal terminó con la mandíbula fracturada y una pata quebrada, por lo que debió ser sacrificado. En otra oportunidad, otro perro de la raza Golden Retriever llamado Hendrix, que paseaba junto a su dueño Kenneth Meikle, al pasar por el lado derecho del puente también se arrojó inexplicablemente desde lo alto. Este can tuvo mucho más suerte que el anterior, puesto que una loma de musgo amortiguó su caída, por lo que no sufrió heridas mortales.
Según la Sociedad Escocesa para la Prevención de la crueldad contra los Animales, se calcula que en los últimos 50 años al menos medio centenar de perros han saltado desde lo alto de Overtoun Bridge (sólo durante el primer semestre del año 2005 la policía escocesa documentó la caída de cinco perros).
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